Cuenta la tradición rarámuri
-tarahumara- que al inicio de los tiempos, el Sol y la Luna eran dos pequeños
niños que vivían vestidos de pencas de maguey, en una inmensa oscuridad y una
soledad de igual magnitud. Para cambiarlo crearon a los rarámuris.
El dios Sol creó a los
tarahumaras teniendo como ingredientes el maíz y a su aliento, estos condenados
a la pobreza. Al mismo tiempo, el hermano de este, señor de la oscuridad - el
diablo- creó con cenizas y un soplido a otro ser, el hombre blanco o chabochi,
destinados a poseer la riqueza de este mundo.
En este mundo habitado por
los rarámuris existía una criatura que le daba forma al paisaje, el moldeador
de la sierra donde ellos hasta hoy
habitan, el “Ojui”, que nosotros los chabochis conocemos como “oso negro”, protagonista
de esta publicación.
El Ursus americanus sólo es habitante del continente que su nombre
señala, desde Alaska hasta la Sierra Madre Oriental en México. Es el más
abundante del mundo con poblaciones estimadas entre los 500 y 700 mil
ejemplares. Aunque en nuestro país presenta una grave amenaza de extinción
Este oso, de mediano
tamaño, llega a pesar hasta 400 kg (mediano tamaño para un oso, claro), aunque
lo común es no sobrepasar los 200 kg. Este peso lo logra alimentando
de frutas, tallos y
raíces, como las bellotas, yuca, tunas, ciruelas y
uvas. Aunque también come pequeñas aves, reptiles y, en los lugares donde habitan ambos,
se le lleva a ver comiendo crías de venado. Y claro, es amante de la miel.
Como buen oso, durante los
últimos meses del año se alimenta en gran cantidad, de tal manera que aumenta en
gran medida sus reservas de grasa, para entrar en un estado de letargo durante
el invierno, durante el cual e instalan en madrigueras o pequeñas cuevas.
¿Amenazas? Como
prácticamente todo animal silvestre en la actualidad, la pérdida de su hábitat
representa una seria amenaza, (el 80% del hábitat que poseía en nuestro país ha
dejado de reportar su presencia).También puesto en peligro por la cacería
ilegal.
Después de reconocerse una
población de 2 millones de osos negros en todo el continente, que por cierto
muchos son pardos, rojizos, grises e incluso blancos, hace algunos cientos de
años, la población ha disminuido a una cuarta parte y, por lo menos en nuestro país, sigue esa tendencia,
todo a manos de nosotros, los chabochis, los hijos del diablo tarahumara.